El gran problema de la depresión es el tremendo desconocimiento que se tiene de esta enfermedad

José Ramón Pagés, coordinador general de la Fundación ANAED, reflexiona sobre la depresión y sobre cómo la crisis económica ha influido en las personas que padecen esta enfermedad.

Aunque a veces sólo esté latente, la depresión es una enfermedad que afecta a un porcentaje elevado de personas…

Efectivamente, según las cifras que se manejan, más de seis millones de personas están afectadas por la Depresión de manera directa o indirecta y, por ejemplo en España, cada año se suicidan más de tres mil cien personas. La depresión no es “esos días en los que nos encontramos decaídos o tristes”. A todos nos afecta de algún modo tanto la meteorología como los cambios de tiempo, sobre todo en otoño y primavera. La depresión es una enfermedad que en muchas ocasiones comienza como una “distimia” y que termina siendo una enfermedad grave.

Pero la depresión tiene remedios, hay fármacos, terapias y ayuda para curar la enfermedad. Si bien es cierto que no todos los casos se curan, pero sí un altísimo porcentaje, siendo los casos crónicos los que menos se producen. El gran problema de esta enfermedad es sobre todo el gran desconocimiento que se tiene. El miedo o la vergüenza a acudir a un especialista nos hacen que estemos en salud mental en los mismos niveles que en la salud bucodental de los años 40 o 50 del siglo pasado. Si acudiéramos regularmente a un especialista para revisarnos nuestro estado mental posiblemente se podrían evitar el 80 % de los casos de depresión.

Parece que la depresión es un tema tabú en los medios de comunicación, quizás por la complejidad de su tratamiento, por temor a causar “contagio social”…

La postura de los medios de comunicación de ocultar o no mencionar tanto la depresión como los suicidios que provoca viene condicionada desde las Facultades de Periodismo. La antigua postura y reflexión y enseñanza que se hacía era que no se podía hablar públicamente de suicidios ni de la enfermedad que los provoca para no producir un “efecto contagio” es decir, el miedo viene provocado porque si un periodista habla sobre el tema tal vez pueda alguien leerlo y decidir suicidarse. Con este mismo planteamiento entonces tal vez debamos ocultar también el maltrato familiar o las muertes provocadas por los camicaces en la carretera o los que conducen bajo efectos del alcohol.

Gracias a las campañas de comunicación en estos dos grandes temas sociales se han logrado reducir enormemente las tasas de muertes en tráfico (hasta en un 66 % en los últimos años) y el terrible efecto del maltrato. Si los medios de comunicación hablaran e informaran con veracidad sobre depresión, de sus causas, de sus consecuencias y se pone el tema encima de la mesa, conseguiremos sin duda que las familias puedan reconocer mejor cuándo uno de sus miembros padece la enfermedad, cómo ayudarles y cómo poner cota al problema con sus múltiples soluciones.

¿Cómo vive una persona con depresión? ¿Cuál es su día a día?

Indudablemente depende mucho de la gravedad de la depresión. Hay personas con una distimia leve que puede que simplemente tenga estados melancólicos cada cierto tiempo o que desde que se levantan hasta que se acuestan están de mal humor. En cambio, la depresión mayor puede hacer que te mantengas en la cama durante meses y meses sin saber qué te pasa o cómo solucionarlo. Sientes que no quieres levantarte y sin dejar de pensar en la muerte vas pasando día tras días con una angustia que puede provocarte incluso otro tipo de enfermedades. Todo esto puede convertir tu vida en un infierno si no se trata.

¿Cómo ha influido la crisis económica en esta enfermedad?

Pues la crisis a nuestro entender ha producido dos efectos: por un lado han aumentado notablemente el número de personas que ahora están padeciendo depresiones exógenas (producidas por los problemas económicos). Por otro lado en cambio han bajado el número de suicidios durante los últimos tres años. Parece incongruente, pero realmente pensamos analizando los datos que la crisis ha provocado que muchas familias que en tiempos de bonanza se separaban, cada uno vivía por su lado y se olvidaban unos de otros y de la familia, ahora que muchos jóvenes no tienen para vivir o mantenerse han tenido que recurrir a regresar a las casas de sus padres o abuelos, por lo que muchas familias han visto cómo su papel sigue siendo importante. Esto ha producido que muchas personas que antes se consideraban inútiles vuelvan a tener un papel importantísimo a nivel familiar.

Las nuevas tecnologías y en especial las redes sociales han supuesto un cambio de tendencias: la soledad compartida.

Indudablemente. En estos momentos no solo hay una crisis económica. Desde hace años estamos entrando en una crisis de valores que, junto a las nuevas tecnologías están cambiando absolutamente el panorama familiar. No es nada infrecuente que podamos ver a una familia en la que mientras el marido está todo el tiempo atendiendo llamadas por teléfono en plena comida, la mujer está contestando a mensajes de whatsapp de sus amigas o familia mientras el hijo está también dedicado a lo mismo con sus amigos. Mientras, la televisión encendida haciendo ruido y rellenando la falta de diálogo.

Además, nuestros hijos pequeños o adolescentes se pasan el día entre el móvil, los videojuegos o las redes sociales por internet. La mayoría del tiempo están en casa pero alejados de su familia. Las paredes de la casa son muros que hacen que cada cual vaya a lo suyo pero sin compartir proyectos, problemas, ilusiones o desesperanzas. El panorama es realmente preocupante. Cuando estos chicos tengan veinticinco años posiblemente sean grandes desconocidos en su núcleo familiar.

¿Qué podemos hacer ante esta situación? ¿Cómo podemos cambiar el panorama en el que estamos inmersos y que cada vez es más grave?

Creo que hay dos caminos, en cuanto a la depresión tenemos que hacer ver que existe, que millones de personas la padecen, que no es algo que le ocurra a uno solo, que se producen miles de suicidios cada año y que todo esto es evitable, que las soluciones están a la mano de cualquiera.

Por otro lado, la crisis económica tal vez lleve también a un cambio en los valores. Creemos profundamente que la sociedad actual no nos está ofreciendo más que soledad compartida, que las familias se han visto transformadas donde ni los padres ejercen de padres, ni los hijos de hijos. Un cambio de valores familiares, de entender que cuidar un hijo no es regalarle una play sino saber quién es, qué necesita, qué piensa, qué padecimientos sufre y cuáles son sus ilusiones y proyectos. Eso es lo importante. Y lo mismo debe producirse desde los hijos hacia los padres. Una familia sana psicológicamente y en sus relaciones es el mejor fármaco y la mejor terapia para evitar una depresión.

¿Qué papel deberían adoptar los medios de comunicación y otros prescriptores de opinión?

El papel de los medios es fundamental, imprescindible e importantísimo. La sociedad necesita saber cuál es el problema para aplicarle la solución. Por eso es necesario que las familias y las personas conozcamos cuáles son los síntomas, cuáles las soluciones y ponernos manos a la obra. Por suerte la depresión no es como un cáncer, que fundamentalmente se cura mediante cuidados médicos. En la depresión repetimos muchas veces que hace más un familiar preocupado que un psicólogo especializado. Ahí está la solución de gran parte del problema, pero también tenemos muchos y muy bien preparados profesionales. Ayuda existe, remedios también para la mayoría de los casos, pero si no se conocen difícilmente se podrá ayudar. Es hora de decir la verdad, ya pasó el tiempo de silencio.

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