Subida en la noria de nuevo. Otra vez esa caída sin fin en ese pozo negro, estoy dormida, despierta o muerta.
Lunes, suena el despertador. Tengo que levantarme, ducharme, ir a trabajar.
La casa parece una pocilga y yo una cerda todo el fin de semana en el sofá. No hay vajilla limpia ni ropa.
Apesto, hace días que no me ducho, pero a quien le importa. Ni a mí me importa. Todo es una mierda. No encuentro ni un solo argumento para cambiar esta rueda infernal.
Esas palabras que la familia y amigos te dicen constantemente «tienes que poner de tu parte». Qué duras y vacías te parecen.
¿Qué pongo de mi parte? ¿para qué pongo de mí? Mi soledad es absoluta, nada ni nadie me llaga. Todo es NEGRO.
Dónde están los colores? Me los han robado.
Dónde están mis sueños, proyectos, deseos. Para que quiero vivir nadie me necesita. Nada es necesario
Una frase, una sonrisa una canción. Te puede elevar. Llega la euforia. El cielo es azul, la gente es maravillosa. Todo es amor. Todo es perfecto.
Ese torbellino te lleva al exceso. Juego, alcohol, sexo, comida, gastos. No duermes!, para QUE!! ! ¡hay que VIVIR!!
Cómo puedo ser tan TONTA!!!! Todo es perfecto!!
Pero una palabra, una canción, un gesto, te lleva al pozo de nuevo.
Coges el bolso para desaparecer. Vagas por las calles al filo de un acantilado. Pasas horas pensando en tirarte. Eres cobarde. O ese principio de supervivencia que todos tenemos, te da fuerzas para iniciar el tratamiento.
Te niegas a tomar fármacos. «Pero jurar y prometes por tu honor». Que harás todos los deberes que te ponga el psicólogo.
Vas sintiendo como una pequeña fuerza interior va creciendo.
Empiezas a sentirte fuerte. Encuentras tus herramientas. Y empiezas a utilizarlas, siempre que sientes que esa noria se acerca. Esas herramientas te ayudan a ser » normal». Cada uno tenemos las nuestras.
Todos los que hemos pasado o pasamos esta enfermedad
sabemos que lo único que podemos hacer para ayudar a los demás, es estar ahí. Escuchar.
Cada ser humano es único y sus herramientas también.
Se lo dice alguien que lleva más de 40 años luchando contra esta enfermedad.
Busquen sus herramientas y salgan del pozo y bajen de la noria. No hay nadie más importante. Que ustedes mismos.
Somos únicos e irremplazables.
Cecilia Moreno
Colaboradora de ANAED