Ni en los medios de comunicación ni en las Administraciones es un plato de buen ver. Se ocultan datos de los suicidios producidos cada año con el argumento de que cuanto más se hable de ello más se pueden propagar los intentos de suicidios. Tal vez con esa premisa “debamos ocultar también la temeridad en las carreteras, de manera que así según esta teoría se evitará que más de un loco temerario utilice el coche como instrumento para cargarse de adrenalina y usarlo como artilugio de deporte extremo; también se podrían ocultar los datos de los maltratadores, de forma que cada maltratador campe a sus anchas pero eso sí, “que no se contagien los demás”. En definitiva, cuando un problema se oculta, se esconde y no se habla realmente no es más que un quiste de la sociedad que se intenta ocultar para no afrontarlo con valentía y buscarle las soluciones oportunas.
Igualmente se puede hablar también en el entorno familiar. Cuando no se quiere hablar de la depresión de un familiar, cuando no se dice claramente, difícilmente se van a buscar las soluciones precisas para poner fin al problema.
En el año 2010 se produjeron en España 3152 suicidios, ese mismo año las muertes por accidente de tráfico fueron 800 menos que las personas que se quitaron la vida.
Tal vez convendría preguntarse… ¿cuáles son las inversiones en medios que se utiliza para luchar contra los accidentes de tráfico? ¿cuánto dinero se emplea en la lucha por la depresión?
En el sistema de salud pública los recursos que se emplean para la lucha contra la depresión son equiparables a los que ponen a disposición para salud dental.
Por eso todo el mundo va al dentista privado no usando realmente los servicios públicos. ¿Y qué ocurre con los enfermos de depresión? ¿Cuántos centros se dedican a la enfermedad? ¿Cuántos gabinetes especializados hay?
En definitiva, las familias se ven realmente desahuciadas por las administraciones, por los medios de comunicación y por la sociedad en su conjunto.
Es hora de mirar con valentía el problema y HACERNOS VER. Eso empieza por uno mismo, en su familia en su persona, diciendo claramente que la depresión no es estar loco,
que es un trastorno que tiene cura en la mayoría de los casos y que solamente DECLARÁNDOLE LA GUERRA a la enfermedad, haciéndola visible, buscando soluciones y exigiendo que
cada cual ponga su granito es la única manera de ponerle coto a la enfermedad y conseguir que cada vez haya más medios y remedios a nuestro alcance.